Cuando trates de decidir entre dos alternativas bastante parecidas, siempre elige la que tenga que ver con acción. A la larga, te va a dejar más experiencia, buenas historias, y una vida más rica y plena.
Hace una semana no pensaba encontrarme así (hey, hace una semana, ¿quién pensaba encontrarse en donde está?), me encontraba enmedio de una pelea que no era la mía y que consideraba justa, a pesar de que ahora ha cambiado.
Me encontraba ante la incertidumbre de no saber qué hacer y no saber qué sentir.
Pero bueno, qué rayos, ahora estoy aquí enfrete de la luz tenue de mi monitor, en un cuarto con las cortinas corridas, con un calor agobiante afuera y aire acondicionado al máximo. Y feliz. ¿Les dije que estoy feliz? Pues lo estoy.
Hace poco tomé una decisión bastante difícil… la verdad. Muchos pensarán que estoy loco, que tengo escuela y muchas más cosas… pero bueno, el mundo está hecho para los que quieren arriesgarse. Yo me arriesgo.
Y bueno, de alguna manera los astros se alinearon. Mi escuela entró en paro un día antes, un asunto que seguramente los aburriría. El hecho es que todo salía a la perfección. Yo pensaba sacrificar un exámen para poder hacer mi locura; digamos que tuve suerte y no lo tuve que hacer, no tuve que perder clases
El miércoles pasado, después de buscar como loco a mi tía, después de arreglar las dos maletas que me iban a servir para guardar lo poco que necesitaba, checar dos veces a ver si de casualidad el dinero que tenía ahorrado era “un poquito más”, después de que mi hermano me dijera que no me podía llevar al lugar donde me recogería el autobús y después de una caminata desesperada y un taxi oportuno, a las 6.30 p.m. salí de aquí.
El viaje fué interesante. La llamada inesperada de un buen amigo que tenía alguna idea de la loquera que estaba llevado a cabo me puso de buenas, hubo algunos SMS nerviosos y vi más de una vez el mensaje que decía “EL SALDO DE TU AMIGO SE ESTA AGOTANDO…“; me quedé dormido viendo capítulos viejos de How I Met Your Mother.
Llegando a las 5.40 de la mañana a mi destino (hey, ese autobús en verdad es muy barato), me di cuenta que reconocía dónde estaba, éste era un viaje que ya había hecho, sólo que ahora el destino era buscar su universidad, no su trabajo.
Después de preguntar a dos Técnicos en Inyección de Hidrocarburos (dependientes de la gasolinera, vamos) me subí al autobús que me llevará a un lugar que no conozco (porque Google Maps y fotografías no es conocerlo).
Y que llego.
Hora: 6.26 a.m. Sí, 12 horas después de empezar mi viaje.
Y ahi estaba caminando por una universidad sonámbula, junto con la gente que había llegado temprano. Y camino buscando una biblioteca que según su nombre no es tal, preguntándole a alumnos tempraneros que, con cara despistada, me señalan un lugar que a mi me parece escogido al azar. Una chica se ofrece a llevarme “de todas maneras voy para allá” dice.
Caminamos, sin prisas, iba holgado de tiempo. Ingenierías, Ciencias Exactas, QFB, Coordinación, eso y más se lee en las paredes. Empieza a llover. ¿Podría ser más dramático? Esperen, sí. Ella me manda un SMS diciendo que una amiga la llevará. Y yo le contesto “Bien, estaré en la biblioteca, como habíamos quedado”. Intento uno. Inteto dos. Mierda, me había quedado sin saldo. Ella me manda un mensaje diciendo que mi celular está apagado, o que no deja conectar. Pinche roaming, pinche Telcel, pinche Slim.
Corro al Oxxo más cercano, que por suerte está bastante cerca. La lluvia empieza a caer más fuerte. Mi corazón empieza a latir más fuerte… troto… corro. Llego al Oxxo empapado y agitado. La dependienta me mira de reojo, le pido “cien pesos de Tiempo Aire“, le doy mi teléfono (el cual ella anota mal, porque no es de la ciudad) los segundos me matan. Salgo… corro.. llamo. “Estoy en la biblioteca” me dice la voz del otro lado de la línea, “Estoy en el Oxxo” le respondo con la voz todavía agitada y las dos mochilas a cuestas. “No te muevas” decimos al unísono. Colgamos.
Corro, cruzar una avenida nunca me había parecido tan tedioso. Voltear a los lados tan inútil. Me sentía en Frogger (el videojuego, vamos). Y corro a la entrada de la universidad, desacelero un poco, ahora sólo camino rápido. Ya hay más gente, hay mucha gente y me da miedo perderla entre todos. Abro los ojos (en la medida de lo posible) y veo una silueta que camina hacía mi. Sonríe.
Momento extraño. Siento mis sienes palpitar. La veo, acercandose. Pienso que he de tener una estúpida sonrisa en mi cara. La oigo. “Hola” dice ella. “Hola” le respondo. Nos abrazamos. La lluvia húmeda que apenas alcanzo a limpiar de mi frente sigue escurriendo Mi sombrero se torna en un estorbo, lo quito. Nos seguimos abrazando. Mis manos se acercan a su cara… mi nariz roza la suya. Beso sus ojos, sus mejillas. La huelo. La siento. Todos mis sentidos están concentrados en ella. Mi cabeza está a punto de estallar.
Ella no lo busca, ni yo. Pero nuestros labios se encuentran. Y la tensión acumulada se disipa poco a poco. Con cada beso, cada movimiento de nuestras manos, de nuestros cuerpos. Los nervios empiezan a irse y la sensación más placentera del mundo me invade. “Te amo” susurro entre besos. “Te amo” me responde.
Hace una semana no pensaba encontrarme así, con esta certidumbre, con esta felicidad. No les platico la totalidad de mi viaje porque no pretendo aburrirlos. Lo que sí sé, es que regreso con muchas anécdotas y momentos felices. Y con novia.
¿Les dije que estoy feliz? Pues lo estoy. Déjenme ser cursi de una vez por todas, y disfrutarlo.
Soy human after all.
(*Update: ¿saben? ella escribió su versión… y me parece genial)